miércoles, 30 de junio de 2010

Lo prometido es deuda.

Lo prometido es deuda.
Ya comencé a escribir, pero son las 5:30am así que sería mejor esperar hasta un poco más tarde para revisar y publicar.
Sin embargo antes de ir a tomar una siesta, quise dejarles una frase en inglés. Debo confesar que me encantan las frases en inglés-no hay razón alguna del por qué-

Aquí les va, buenos días y que su desañuno no siente mal.

"When life gives you a hundred reasons to cry, show life that you have a thousand reasons to smile"


Abril Masó.

lunes, 28 de junio de 2010

Mis disculpas.

Sé que no he escrito últimamente, pero es porque no se me ha dado el momento. Mañana espero escribir, pues ya tengo mucho acumulado. Sin embargo hace dos días arreglé unos escritos que no se habían culminado, los publiqué, pero están en la fecha original, así que no están en primera página.

Me despido con esta frase: "La distancia no nos separa, solamente nos vuelve invisibles"

Me encantó analizarla, analícenla ustedes también, para que vean cuan importantes y profundas pueden llegar a ser 9 palabras.

Abril Masó.

domingo, 20 de junio de 2010

Un cambio.

Cuando nada está bien.
Y cuando el tiempo no está interesado en ir mal.
Mientras veo personas partir, y a algunas nuevas entrar. Mientras entienden que nada es fácil cuando ya uno no es igual.

Los tiempos donde todo puede estar saliéndote mal, pero tú ya estás cansado de esperar sentado, así que, sales al mundo con una nueva propuesta: nada importa en realidad.
Nos perdemos cosas importantes, por ocuparnos de cosas absurdas. Por cosas, que tarde o temprano, no nos van a llenar. Ver la vida de otra manera, o verla igual.
Para mi, es muy fácil, la decisión, pues todo en contra de la monotonía.


Cuando te das cuenta de que lo que haces no siempre es lo correcto, cuando de verdad lo entiendes, solo queda una cosa por hacer: seguir adelante.
Ser capaces y persistentes, que las penas no te atrapen.
Saber que a pesar de todo, siempre habrá alguien. No basar tu felicidad en una persona, porque habrá más adelante alguien más a quien atrapar.

Ver con tus ojos, lo que nadie se atreve a ver.
Y tal vez sentir, lo que todos tienen miedo de sentir.
Ser libres sin ninguna condición.

Puesto que la vida tiene una forma muy impredecible de arruinar las cosas cuando todo va bien, pero también tiene una forma de ayudarte y alegrarte cuando todo va mal.
Dejar de quejarse, y empezar a actuar.
Atrévete a ser tú.
Atrévete a actuar.
Atrévete a ser diferente.


Maf.

jueves, 10 de junio de 2010

Querida Maf.


Ella jamás se apartó de mi.
Ella me conoce más que cualquiera.
Ella me espera.
Ella sabe que puedo salir del hueco.
Ella me quiere.
Ella me quiere por quien soy.
Ella es alguien incondicional.
Ella es alguien especial.
Ella siempre me acompañará.
Ella se sentirá orgullosa de mí.
Ella no es ni mi hermana, ni mi familia.
Ella es más que eso.
Ella es más que una amiga.
Ella simplemente es con quien compartiré secretos.
Ella es con quien reiré.
Ella es con quien lloraré.
Ella bueno si es mi mejor amiga.
Ella es Maf.




Te quiero mucho.
Abril Masó.


P/D: Cada vez que pueda agregar algo lo haré.

miércoles, 9 de junio de 2010

La ventana abierta.

-Mi tía bajará enseguida, señor Nuttel -dijo con mucho aplomo una señorita de quince años-; mientras tanto debe hacer lo posible por soportarme.

Framton Nuttel se esforzó por decir algo que halagara debidamente a la sobrina sin dejar de tomar debidamente en cuenta a la tía que estaba por llegar. Dudó más que nunca que esta seriede visitas formales a personas totalmente desconocidas fueran de alguna utilidad para la cura de reposo que se había propuesto.

-Sé lo que ocurrirá -le había dicho su hermana cuando se disponía a emigrar a este retiro rural-: te encerrarás no bien llegues y no hablarás con nadie y tus nervios estarán peor que nunca debido a la depresión. Por eso te daré cartas de presentación para todas las personas que conocí allá. Algunas, por lo que recuerdo, eran bastante simpáticas.

Framton se preguntó si la señora Sappleton, la dama a quien había entregado una de las cartas de presentación, podía ser clasificada entre las simpáticas.

-¿Conoce a muchas personas aquí? -preguntó la sobrina, cuando consideró que ya había habido entre ellos suficiente comunicación silenciosa.

-Casi nadie -dijo Framton-. Mi hermana estuvo aquí, en la rectoría, hace unos cuatro años, y me dio cartas de presentación para algunas personas del lugar.

Hizo esta última declaración en un tono que denotaba claramente un sentimiento de pesar.

-Entonces no sabe prácticamente nada acerca de mi tía -prosiguió la aplomada señorita.

-Sólo su nombre y su dirección -admitió el visitante. Se preguntaba si la señora Sappleton estaría casada o sería viuda. Algo indefinido en el ambiente sugería la presencia masculina.

-Su gran tragedia ocurrió hace tres años -dijo la niña-; es decir, después que se fue su hermana.

-¿Su tragedia? -preguntó Framton; en esta apacible campiña las tragedias parecían algo fuera de lugar.

-Usted se preguntará por qué dejamos esa ventana abierta de par en par en una tarde de octubre -dijo la sobrina señalando una gran ventana que daba al jardín.

-Hace bastante calor para esta época del año -dijo Framton- pero ¿qué relación tiene esa ventana con la tragedia?

-Por esa ventana, hace exactamente tres años, su marido y sus dos hermanos menores salieron a cazar por el día. Nunca regresaron. Al atravesar el páramo para llegar al terreno donde solían cazar quedaron atrapados en una ciénaga traicionera. Ocurrió durante ese verano terriblemente lluvioso, sabe, y los terrenos que antes eran firmes de pronto cedían sin que hubiera manera de preverlo. Nunca encontraron sus cuerpos. Eso fue lo peor de todo.

A esta altura del relato la voz de la niña perdió ese tono seguro y se volvió vacilantemente humana.

-Mi pobre tía sigue creyendo que volverán algún día, ellos y el pequeño spaniel que los acompañaba, y que entrarán por la ventana como solían hacerlo. Por tal razón la ventana queda abierta hasta que ya es de noche. Mi pobre y querida tía, cuántas veces me habrá contado cómo salieron, su marido con el impermeable blanco en el brazo, y Ronnie, su hermano menor, cantando como de costumbre "¿Bertie, por qué saltas?", porque sabía que esa canción la irritaba especialmente. Sabe usted, a veces, en tardes tranquilas como las de hoy, tengo la sensación de que todos ellos volverán a entrar por la ventana...

La niña se estremeció. Fue un alivio para Framton cuando la tía irrumpió en el cuarto pidiendo mil disculpas por haberlo hecho esperar tanto.

-Espero que Vera haya sabido entretenerlo -dijo.

-Me ha contado cosas muy interesantes -respondió Framton.

-Espero que no le moleste la ventana abierta -dijo la señora Sappleton con animación-; mi marido y mis hermanos están cazando y volverán aquí diréctamente, y siempre suelen entrar por la ventana. No quiero pensar en el estado en que dejarán mis pobres alfombras después de haber andado cazando por la ciénaga. Tan típico de ustedes los hombres ¿no es verdad?

Siguió parloteando alegremente acerca de la caza y de que ya no abundan las aves, y acerca de las perspectivas que había de cazar patos en invierno. Para Framton, todo eso resultaba sencillamente horrible. Hizo un esfuerzo desesperado, pero sólo a medias exitoso, de desviar la conversación a un tema menos repulsivo; se daba cuenta de que su anfitriona no le otorgaba su entera atención, y su mirada se extraviaba constantemente en dirección a la ventana abierta y al jardín. Era por cierto una infortunada coincidencia venir de visita el día del trágico aniversario.

-Los médicos han estado de acuerdo en ordenarme completo reposo. Me han prohibido toda clase de agitación mental y de ejercicios físicos violentos -anunció Framton, que abrigaba la ilusión bastante difundida de suponer que personas totalmente desconocidas y relaciones casuales estaban ávidas de conocer los más íntimos detalles de nuestras dolencias y enfermedades, su causa y su remedio-. Con respecto a la dieta no se ponen de acuerdo.

-¿No? -dijo la señora Sappleton ahogando un bostezo a último momento. Súbitamente su expresión revelaba la atención más viva... pero no estaba dirigida a lo que Framton estaba diciendo.

-¡Por fin llegan! -exclamó-. Justo a tiempo para el té, y parece que se hubieran embarrado hasta los ojos, ¿no es verdad?

Framton se estremeció levemente y se volvió hacia la sobrina con una mirada que intentaba comunicar su compasiva comprensión. La niña tenía puesta la mirada en la ventana abierta y sus ojos brillaban de horror. Presa de un terror desconocido que helaba sus venas, Framton se volvió en su asiento y miró en la misma dirección.

En el oscuro crepúsculo tres figuras atravesaban el jardín y avanzaban hacia la ventana; cada una llevaba bajo el brazo una escopeta y una de ellas soportaba la carga adicional de un abrigo blanco puesto sobre los hombros. Los seguía un fatigado spaniel de color pardo. Silenciosamente se acercaron a la casa, y luego se oyó una voz joven y ronca que cantaba: "¿Dime, Bertie, por qué saltas?"

Framton agarró deprisa su bastón y su sombrero; la puerta de entrada, el sendero de grava y el portón, fueron etapas apenas percibidas de su intempestiva retirada. Un ciclista que iba por el camino tuvo que hacerse a un lado para evitar un choque inminente.

-Aquí estamos, querida -dijo el portador del impermeable blanco entrando por la ventana-: bastante embarrados, pero casi secos. ¿Quién era ese hombre que salió de golpe no bien aparecimos?

-Un hombre rarísimo, un tal señor Nuttel -dijo la señora Sappleton-; no hablaba de otra cosa que de sus enfermedades, y se fue disparado sin despedirse ni pedir disculpas al llegar ustedes. Cualquiera diría que había visto un fantasma.

-Supongo que ha sido a causa del spaniel -dijo tranquilamente la sobrina-; me contó que los perros le producen horror. Una vez lo persiguió una jauría de perros parias hasta un cementerio cerca del Ganges, y tuvo que pasar la noche en una tumba recién cavada, con esas bestias que gruñían y mostraban los colmillos y echaban espuma encima de él. Así cualquiera se vuelve pusilánime.

La fantasía sin previo aviso era su especialidad.

FIN

Saki.



Saki con sus cuentos que divierten a todo momento. Esa picardía y, se podría decir, maldad, que expresa en cada uno de sus cuentos es especial. Su comienzo muy normal, pero su final total sorpresa, nunca se sabe como terminará. Lo especial de Saki es que en ninguno de sus cuentos uno se logra aburrir, ni aunque quisiera, pues siempre necesitas saber como terminará o con que ocurrencia saldrá.

Me encantan todas sus historias, sin embargo elegí esta porque fue la primera que leí de este excelente escritor. Sé que les gustará.


Abril Masó.