domingo, 11 de abril de 2010

Miedo de ti misma.

Un miedo tan grande, un miedo que te provoca el llanto, un miedo que no se irá así de fácil, un miedo que no logras controlar, un solo miedo que se transforma en una pesadilla.

Un descontrol gigante de ti misma, el poco entendimiento de lo que ocurre a tu alrededor, la poca importancia de lo que te pueda ocurrir, la falta de conciencia que logras obtener.

El olvido de tus metas, el olvido de las personas que te aman, el olvido de lo que eres, el olvido de lo importante, el olvido de la diferencia entre el bien y el mal, el olvido de todo antes de ese día.

Ese día en el que te sentiste inferior bajo tu consentimiento, en el que cometiste errores, en el que defraudaste a personas que no lo merecían, en el que no tenías excusas, en el que no eras nadie.

Porque antes la imagen que tenían de ti los demás era la imagen que creías que expresaba lo que eras, lo que sentías, lo que pensabas. Esa imagen, luego de ser siempre la misma, la buena, la comprensible, la que sin querer era perfecta, esa imagen no pudo demostrar lo que era en verdad, se guardó sentimientos negativos, oportunidades de experimentar algo diferente, de ser quien necesite ayuda, le faltó ser la imagen que demuestre desinterés, de poder ser libre, decir y hacer lo que le de la gana. Eso no lo pudo cumplir, porque jamás se atrevió.

Traería muchas consecuencias intentar cambiar de un día para otro. Se resigno a ser lo que siempre fue sin ningún cambio, se dio cuenta que podía vivir así.

Ese día se dio cuenta que era tan perfeccionista como la imagen, que no era el tipo de persona atrevida. Ese día se dio cuenta que siempre habrá un espacio de rebeldía en ella.

El miedo del comienzo es el miedo de ella misma, porque tiene miedo de realizar un acto de incoherencia, un acto de cambio en su vida.

Cuando este decidida, jamás volverá a ser lo que fue.

Realmente no se sabe si ese día llegará.


Abril Masó.

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